martes, 24 de marzo de 2009

Una minuciosa labor: la corrección

La corrección de estilo es una de las labores más minuciosas, si no es la que más, de todas las que integran el proceso de elaboración de un libro. El corrector ayuda al autor a presentar su obra sin errores, de manera limpia e impecable.

Para entregarle al tipógrafo un manuscrito libre de errores, el corrector tiene que atender una serie de factores que intervienen dentro de esta etapa. Por eso el corrector, en trabajo conjunto con el editor, debe cuidar:

  • La legibilidad. Que el texto sea presentado de manera clara y legible, de manera tal que el tipógrafo pueda leerlo con facilidad.
  • Unificación. La unificación en un manuscrito atiende aspectos tales como la ortografía, la puntuación y otros. Tiene que existir uniformidad tanto en la forma de escribir palabras y nombres y escribir abreviaturas, así como en la forma de puntuar los textos, y utilizar fuentes tipográficas (uso de negritas, versalitas e itálicas).
  • Gramática. El corrector deberá mejorar la gramática sin alterar el estilo del escrito, para poder entregarlo al tipógrafo.
    Claridad y estilo. El corrector, además de corregir aspectos gramaticales y ortográficos, tiene que aclarar las ideas ambiguas que el autor plasmó en su texto, así como conservar el estilo del mismo.
  • Veracidad de la información. Asimismo, el corrector tiene la misión de comprobar que lo que diga el escritor sea de su propia autoría, así como que los datos incluidos en el cuerpo de la obra sean los correctos. De ahí la importancia de que los correctores no sólo sean en expertos en gramática, sino también en un tema determinado.
  • Detalles de producción. Que el manuscrito esté completo e indicar el tamaño y tipo de letra adecuados para la impresión son los últimos detalles de los que se hace cargo el corrector.

Para poder hacer todo esto, el corrector requiere de dos tipos de herramientas: las intelectuales (creatividad, minuciosidad, inteligencia) y la materiales (lápices de colores, pegamento, tijeras). Además de auxiliarse de libros de consulta, manuales y enciclopedias.

La mayoría de los correctores que trabajan para editoriales lo hacen de manera externa a la industria. Éstos reciben el manuscrito y después de darle las revisiones necesarias lo entregan al tipógrafo con los cambios que éste debe hacerle. Sin embargo, las editoriales grandes y en los periódicos sí cuentan con un departamento especializado en corrección.

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