viernes, 10 de abril de 2009

El diseño del libro


Si bien son más importantes los sentimientos que la apariencia, nadie puede negar que el amor entra por los ojos. Para atraer a alguien del sexo opuesto, antes es necesario gustarle y, para conservar a la persona lo que hay que hacer es demostrarle inteligencia, buen sentido del humor y buenos sentimientos.

Lo mismo ocurre en una relación lector-libro. Para que un individuo sienta el deseo de adquirir un libro del que no tiene ninguna referencia respecto del autor de la obra o el contenido de la misma, será necesario apelar al diseño del libro para crear un primer vínculo entre ambos. La labor del diseñador será, entonces, la de crear una apariencia para el libro que está próximo a ser publicado, que sea apropiada y atractiva, pero que también esté de acuerdo con la economía de la empresa.

El diseñador se encargará de elegir el tamaño y tipo de fuente, el largo y ancho de las páginas, el tipo del papel, el espacio entre líneas, la encuadernación, el material de la cubierta... en fin, todos aquellos elementos que materializarán las ideas del autor del libro.

El primer paso será calcular el tamaño de la obra, cuyo cálculo se saca al contar el tamaño de caracteres que la integran y el tipo de la tipografía que se empleará. Posteriormente, para el diseño de la página se determinan las medidas de los márgenes, la ubicación de los números de página y las cornisas y se toma la decisión de justificar o no los renglones.

El trabajo artístico comprenderá que el material gráfico sea correctamente impreso (un error puede ocasionar que toda la edición vuelva a reimprimirse), así como será la fase en la que se diseñarán la portada y la contraportada.

Para esto, además de adecuar el diseño al tema y contenido de la obra (las ilustraciones que pueda tener un libro infantil distan mucho de las de un libro para adultos), tendrá que atenerse a un presupuesto determinado pues, finalmente, el editor es quien tiene la última palabra.

Aunque pudiera parecer que a mayor presupuesto corresponde un diseño más atractivo, ésta no es una regla infalible. En la industria editorial, así como en muchas otras, vale más la creatividad que el dinero invertido. Se puede hacer un libro hermoso sin gastar cantidades exorbitantes en su diseño, pero esto dependerá de la creatividad de quienes estén a cargo en esta etapa.

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